jueves, 17 de abril de 2014

AMOR SIN CAUSA

Nunca hablaste mi idioma,

ni yo entendí tus notas…
 
Yo era alta y etérea,

volando siempre

entre versos sueltos,

tus pies estaban atados

al suelo,

presos de la tierra.
 

Yo seguía con mis mariposas

y tú, con tu sueño.

Después…

El

espacio

incierto

del silencio

blanco

                                                                           y el miedo.

Después…

vino la lluvia

y el sol que quemaba la vista,

la niebla densa

que borraba la orilla.
 
 
Y después,

en mitad del incomprensible caos

llegó mi ser de Parménides:

perfecto, acabado, inmutable.

Mantuvo un año nuestro universo

sostenido entre sus pequeñas manos,

Fue hilvanando con palabras puras

y pasos doblados

un camino incierto que tú,

ya no seguías a su lado.
 

Te dije que seguiría tus huellas

y tú las ibas borrando.

Yo enciendo una luciérnaga

para alumbrar nuestro cuarto.

Y la vida me encuentra, desnuda,

esperando un milagro.