sábado, 24 de marzo de 2012

MAR DE TIERRA, AGUA DE MAR

Agradecimiento al autor: Jose Manuel Vera Borja,
De su obra Guada: Memoria de Agua

Mientras Paco de Lucía arranca notas a su guitarra,
Guada, nos cuenta su Memoria de Agua.

Del tiempo en el que discurría tranquila
sobre fértiles cañadas,
reposadas salinas de la isla,
y calmas crestas de blanca plata.

Y habla con la Tierra ingrata,
Guada, hecha Mar,
que canta su relato sin cesar de llorar…

Tierra:
deberías llamarte Mar;
mi nombre de agua te pertenece.
Eres de hielo y océano,
Mar de tiempo y espacio,
pero tu nombre trae la tierra contigo.

Aunque vistas de azul,
adornada de verdes lagos
o jalonada de blancas nubes,
tu nombre, marrón, te cubre, Tierra,
hasta donde presumes…

Gira Tierra, redonda,
esférica, violenta,
destruida por tu propio hijo;
hijo de tu barro,
de tu selva muerta,
de tu futuro incauto…

Solo en mí, Guada, eres océano:
con el frescor de tus olas
atemperas costeros veranos.
Hasta mis límites eres hielo:
Frío líquido elemento
en casquetes polares gélidos.

En las salinas me escamo,
me deshidrato, me seco
para dejarte a bien mi cuerpo,
en el vacío… el espacio,
cubriendo mi secreto.

Mar de Tierra o agua de Mar;
qué más da…
soy tierra baldía Guada,
sin ti no hay vida,
no hay vida donde tú no estás.

sábado, 3 de marzo de 2012

SUEÑA, PENÉLOPE, SUEÑA...


Penélope teje y desteje
retales de vida:
hilo verde de esperanza,
hilo blanco de alegría,
hilo negro de muerte,
hilo marrón de agonía:
lo que de día bordan sus dedos
lo deshace la noche sombría.

Mientras teje entre miedos
sueñan sus manos vacías,
y su alma cansada de días
encuentra designios funestos.

Su Ulises amado
no regresa a Ítaca perdida,
pues cargando el dolor de su padre
tiene la fe derretida
y temiéndole al pasado
desanda pasos y mentiras.

Y en el taller de su vida
muy pocas manos amigas:
solo una nocturna voz
que le anima en su dolor
porque en sus llantos frustrados
no hay un futuro mejor.

 Penélope con su rubia cabellera:
la de los azules ojos tristes,
huyendo de la flecha certera
pues entre alfileres y alpistes
no encuentra su quimera.

 Sueña, Penélope, sueña…
que el amanecer de este poema
te traerá de vuelta a Ulises
para alegrar tu primavera.